divendres, 27 d’abril del 2018

Cuando a tu alrededor todas están embarazadas menos tu

Una de las cosas que más sufrimiento me generó de todo el proceso fue que coincidió que todas mis amigas se quedaron embarazadas durante el tiempo en que yo estaba intentándolo sin éxito. Y es que cuando algo que se supone que es fácil de conseguir no llega y ves como a todos los que te rodean les ocurre con tanta facilidad te frustras como no está escrito, o al menos es lo que me pasó a mi.
En ese momento era consciente de que tenía envidia pura y dura, pero oye, ¿y qué?, estaba agotada y ellas tenían lo que yo no conseguía.
Al principio lo llevé con deportividad, se formaba un nudito de dolor al que ignoraba y tiraba para adelante. Que conste que cada embarazo de mis amigas me daba mucha alegría, pero dentro de mi había un puntito de dolor.
La cosa empezó a empeorar cuando mi primo, que es como mi hermano, anunció que iba a tener un bebé. Adoro a mi primo y ese bebé me llenaba de alegría, la quería tanto como a su padre y estaba deseando conocerla, desde que supe que venía a este mundo la amé con todo mi corazón, pero... no podía evitar sentir esa pena, ese dolor por no ser yo la que estaba esperando un bebé. Creo que fue de las sensaciones más raras que he experimentado en mi vida, alegría y pena a la vez además de enfadarme conmigo misma por ser tan egoísta y no sentir sólo alegría. La tontería se me quitó en cuanto la tuve en brazos por primera vez, ya sólo sentía amor y emoción.
Toqué fondo cuando una de mis mejores amigas se quedó embarazada. Recuerdo que estaba dando una clase particular a un niño y en un momento que miré el whatsapp vi la ecografía. Buff!!!, las lágrimas se me saltaron solas, no las pude controlar. Imaginad el niño con que cara me miraba, me levanté diciendo que tenía alergia a las flores que había en la mesa y me fui al baño a intentar calmarme. Acabé la clase como buenamente pude y nada más salir llamé a mi tía, necesitaba verbalizar lo que estaba sintiendo, me superaba la situación. Nuevamente era esa mezcla de alegría por el bebé que viene y dolor por el que no viene, esta vez sentía más dolor que otra cosa, y a esto tocaba sumarle el sentimiento de culpa por ser tan egoísta.
A veces creo que soy una especie a Ave Fénix que sale reforzada de sus cenizas. Aquí toqué fondo y decidí trazar un plan ( cuando tengo un problema difícil trazo planes para solucionarlos, igual no funcionan pero me da tranquilidad saber que tengo un plan al que atenerme). Se había acabado el sentarme a esperar que llegase el embarazo, tenía que conseguir el dinero de donde fuese para ir a una clínica de RA, ya tenía ahorrada una parte, así que esa semana empecé a moverme, pedí cita en la clínica que ya tenía elegida y empezó la siguiente fase del proceso que ya os iré contando.

Desde la distancia analizo las sensaciones que viví en aquellos momentos y creo que tenía derecho a sentir ese dolor, era completamente comprensible y no debí juzgarme a mi misma por sentirme así. La pena por no conseguir lo que yo quería habría sido la misma, pero al menos me habría quitado de encima esa sensación de culpabilidad y egoísmo.
Si estáis pasando por algo así no os juzguéis, los sentimientos son los que son y no puedes controlarlos. Si crees que no puedes manejar la situación ponte en manos de un profesional, o al menos comparte lo que sientes con alguien que te de su apoyo, no te enfrentes a esto sola.


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